Antoine Faure se incorpora al cuerpo académico de la Escuela

El académico se adjudicó uno de los concursos abiertos para la Escuela de Periodismo.

Un nuevo integrante se incorpora a la Escuela de Periodismo desde el mes de marzo del 2020. Se trata del profesor Antoine Faure, cientista político y doctor en la especialidad. El académico de origen francés se adjudicó uno de los cupos disponibles para la Escuela de periodismo abiertos en el Concurso Académico 2019 de la Universidad de Santiago.

Con mucho ánimo y energía para aportar al proyecto de la Escuela, el profesor respondió a algunas preguntas respecto a su trayectoría, sus aréas de investigación y a sus expectativas de trabajar en esta Escuela y en la Universidad.

¿Cuál ha sido su trayectoria y carrera académica?

Seguí la carrera de Ciencia política en Sciences Po Grenoble (Francia), instituto en el que me titulé de un magíster de investigación en Ciencia política en Políticas públicas y Cambio social, especialidad “Ciencias de gobierno comparadas”. Me doctoré en ciencia política en la misma Universidad de Grenoble en 2014, con una beca del Estado francés. Durante los años de doctorado, empecé siendo ayudante (en la Universidad de Chile) y luego a impartir clases en distintas universidades francesas, como profesor a honorarios, en disciplinas como Ciencia política, Comunicación y Estudios Latinoamericanos, a nivel de pregrado y posgrado. En agosto 2016, integré el Centro de Investigación y Documentación (CIDOC) de la Universidad Finis Terrae, centro interdisciplinario en Humanidades donde se trabaja al cruce de la Historia, la Comunicación y la Literatura. Impartí clases en las Escuelas de Historia y Periodismo. Y desde abril 2020, tomé a cargo la Jefatura de carrera de la Escuela de Periodismo de la USACH.

¿Cuál es su relación y su interés por el periodismo y las comunicaciones?

Mi curiosidad e interés por las temáticas comunicacionales es temprano y tiene que ver con el contexto familiar en el que crecí. Decidí estudiar Ciencia política por la preocupación hacia las dimensiones políticas del periodismo y de la comunicación. Durante esta etapa inicial de mis estudios, desarrollé y consolidé líneas de investigación sobre la comunicación política (en tiempos de campaña y durante el ejercicio del poder estatal) y la dimensión política del periodismo en tiempos de movimientos sociales y crisis sociales (durante la “Revolución tranquila” en Quebec, 1960-1980 en mi tesis de licenciatura). La investigación doctoral ha problematizado las relaciones entre periodismo y política durante la Unidad Popular (1970 y 1973), a partir de un abordaje de sociología de las rutinas periodísticas (reconstrucción de estas a partir de archivos de prensa, historia oral con los periodistas, análisis de los saberes que circulaban en el momento). La pregunta no sólo apuntaba a leer los productos de la prensa sino también considerar el proceso de producción de los mensajes y su montaje en el formato de los diarios para entender las dinámicas políticas del periodismo durante los mil días de Allende. Desde ese momento, puedo sintetizar mis líneas de investigación en tres perspectivas: las dimensiones políticas de las temporalidades periodísticas; la politicidad de las series de televisión; la relación entre tecnologías digitales y campo político. Desarrollo dos investigaciones financiadas por ANID: soy Investigador Responsable del FONDECYT 11170348 "Historia de las temporalidades periodísticas chilenas (1973-2013): otra mirada sobre la dimensión política del periodismo profesional"; Co-Investigador del FONDECYT 1190070 “Movilizaciones sociales y cambios de política pública: hacia una explicación de los policy outcomes” (IR: Antoine Maillet, INAP – Universidad de Chile); y CoInvestigador del proyecto "Gouvernance et Participation citoyenne en Amérique andine" (OPALC, Sciences-Po París, Fondation Charles-Leopold Meyer, Transparencia por Colombia).

¿Cuál es su percepción del momento social y político actual que vive Chile?

Es un momento decisivo, a la vez apasionante y angustiante. Estamos en un momento clave en la historia de Chile, y es por esto mismo que es muy difícil dotarle de sentido. Es lo propio de los eventos, en el sentido fuerte de la palabra, es decir, estos momentos que crean un antes y un después. Existe una necesidad de democracia que me parece innegable, el Estado técnico y subsidiario ya no parece suficiente. Desde hace unos meses, vemos una fuerte politización de toda la sociedad, los individuos y las temáticas. Y al mismo tiempo, un rechazo al sistema político tal como está instituido. Existe una dinámica que consiste en hacer movimiento, formar parte de ello, es decir un afán de colectividad, de vida en común, y experimentar nuevas maneras de vivir. Esta dinámica va de la mano con una reubicación de la política en los territorios, más allá del voto, de los partidos tradicionales, a partir de una experiencia de la igualdad. En breve, se reabrió un imaginario, un afán de futuro, y me parece fascinante. Por otro lado, estoy muy preocupado por las prácticas y situaciones autoritarias que vive el país, y por las violaciones de los Derechos Humanos. Bien lo muestra la dificultad institucional para regular el conflicto social, lo que cuestiona el proceso de democratización de los 30 últimos años, sus alcances y magnitudes. Obviamente, en este sentido el proceso constituyente es decisivo. Por esta misma razón se disputa tanto dentro del sistema político, en los cabildos, en las calles, etc. Para terminar, en términos periodísticos, noto varios procesos interesantes. Primero, el límite de rutinas elitistas y desconectadas de la realidad. Lo veo en los mismos noticieros y reportajes, y también en los comportamientos de los movilizados frente a los periodistas y medios. Segundo, una politización – que me parece sana – de los relatos periodísticos. Es cosa, por ejemplo, de mirar los matinales desde hace 4 meses. Es una manera de asumir y regular el conflicto social y político, en vez de esconderlo. También observo prácticas emergentes, que no están consolidadas, como la coordinación social por redes sociales, circuitos de contra-información bastante homogámicos, o tareas de verificación (fact-checking) que toman un estatuto distinto a la tradición de cruzar las fuentes y averiguar lo fundado de las noticias.

¿Cuáles son sus expectativas de desarrollo tanto en lo profesional como en lo académico al interior de la Escuela?

Espero contribuir y aportar al proyecto pedagógico de la Universidad, de la Facultad y de la Escuela. Estoy muy entusiasmado por participar en este proyecto, también por lo que representa históricamente, tanto como UTE así como también en una Escuela de periodismo fundada en este momento tan particular de los 1990. También tengo mucho interés en participar y cooperar en el desarrollo de la Escuela, en la formación de profesionales críticos, tanto en el programa diurno como vespertino, y la consolidación del Mágister en Comunicación pública. Al cruce de estos programas, deseo ayudar a la proyección docente e investigativa de los cambios propios de sociedades orientadas a los medios, y a la consolidación de líneas y trabajos de investigación de primera importancia. En términos más personales, estoy convencido que podré a la vez fructificar y tributar instancias y equipos de alto nivel para fortalecer mi trayectoria investigativa, tanto en términos de proyectos de investigación, publicaciones como de gestos de problematización del presente.